Antes de trabajar en el interior de la puerta, aspiré el interior y limpié la superficie con una bayeta húmeda:
El interior de esta puerta está muy deteriorado debido a la reparación que se hizo en ella. Hay que recordar que tenía un bollo bastante amplio. El chapista no tuvo mucho miramiento a la hora de cuidar el resto de la chapa...
Me planteé tratar la superficie de alguna manera, pero me daba miedo pulverizar pintura o protector de óxido por el resto de la puerta. Tendría que tapar todo muy bien y no tengo ya energía para tanto.
Hace ya varios años compré un paquete de láminas aislantes acústicas. En un principio iba a utilizarlas para el suelo del interior, pero necesitaría muchas y he pensado colocarlas en las puertas, para insonorizar mejor el habitáculo. Parece que no servirán de mucho, pero estos materiales logran reducir bastante las vibraciones de las puertas y, por tanto, el ruido que se introduce. Son láminas bastante finas y no creo que el mecanismo alzacristales roce con ellas. Presenté una de las láminas de aislante para ver por dónde cortarla:
Tras cortarla, la introduje por el hueco superior del cristal, retirando antes la parte inferior del papel para ir tirando hacia arriba a medida que la iba pegando en su lugar:
Al lado pondría otra lámina, pero tendría que cortarla con la forma de ese lado de la puerta:
Ésa es la forma de la puerta... Pero la lámina va al revés, ya que la parte amarilla es el papel que protege el pegamento:
Al darle la vuelta, no valía. Tuve que cortar otra lámina, pero la primera la podría reutilizar en la puerta trasera izquierda. Así quedó la puerta con ambas láminas colocadas:
Al golpear la puerta por la parte exterior, se notaba la diferencia entre esta puerta y las que no tenían nada. El sonido era más amortiguado y sólido.
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