Esta mañana Saúl ha llegado con la góndola arrastrada por una pick-up Toyota Hilux. Lo primero fue lograr llevar el conjunto hasta la puerta del taller. Había que hacer varias maniobras y no estábamos muy seguros de si se lograría. Entrar al recinto del instituto no fue tan complicado, pero una vez cerca de la puerta del taller, desengachamos la góndola y la llevamos hasta la puerta empujándola entre varios alumnos de primero.
Una vez con la góndola en la puerta, Adrián infló la rueda delantera derecha del R5 (que siempre se desinfla) y lo movimos hasta la puerta para subirlo a la góndola. Una vez arriba, sujeté las puertas con presillas para evitar que fuesen golpeando durante el viaje. También sujeté el maletero.
Para amarrar el R5 a la góndola, Saul traía un par de eslingas que utilizamos en la rueda delantera izquierda y en la trasera derecha. En las otras dos, utilizamos un par de cinturones de seguridad viejos que había en el taller. Colocar las eslingas no fue sencillo, ya que no sabíamos muy bien cómo iban en el mecanismo de apriete.
En la parte trasera de la pick-up pusimos el maletero y la quinta rueda. Decidí quedarme con las molduras y los paragolpes para limpiarlos bien y llevarlos más adelante.
Antes de llevárnoslo, desmonté un par de cosas que tenía pendiente. Se trataba de unas piezas de la parte trasera que no quería que se quedasen montadas porque seguramente acabarían pintadas.
Una especie de soporte de goma que creo que es para el parachoques trasero, iba remachada y taladré los remaches para quitar la pieza.
Había otra pieza de plástico que iba sujeta mediante dos tuercas roscadas en dos espárragos del chasis. Parece ser una tapa del hueco de la aleta trasera. Me costó muchísimo trabajo quitarla, ya que para liberarla de los espárragos había que desplazarla hacia delante, pero por su propia forma, quedaba encajada de tal forma que no podía desplazarse hacia delante... Finalmente se me ocurrió doblar la parte inferior de la pieza hacia abajo para poder desplazarla hacia delante y salió.
Quité uno de los soportes del escape, porque no sabía si la parte superior me haría falta para los soportes que pondré nuevos.
También quité la caja de intermitencia, ya que estaba dentro del habitáculo junto con el cableado que dejé sin desmontar y podrían pisarla o dañarla sin querer.
Acompañé a Saúl y José Manuel (otro alumno de primero) siguiéndoles con mi coche hasta el taller. Fue emocionante ver el Lambor encima de la góndola, dirigiéndose hacia un destino que llevaba tanto tiempo esperando: ¡al fin iba a pintarlo! Desde el coche hice un par de fotos e incluso grabé un vídeo para inmortalizar el momento.
Bajamos el coche entre los tres sin problemas. Sólo costó algo de trabajo soltar las eslingas, ya que se habían puesto mal... Lo metimos en el taller y allí se quedó a la espera de que se pongan con él.
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