La marcha del Lambor al taller de chapa y pintura se ha retrasado, pero Saul me ha dicho que este viernes se lo lleva, que ya hay hueco en el taller para dejarlo y ponerse a trabajar en él.
Al final me ha pillado de sopetón, y eso que he tenido meses para dejarlo preparado. Me quedaba terminar de limpiarlo, y revisar cosillas que tuviese que desmontar.
Esta mañana he estado limpiando todo el lateral izquierdo, maletero. También he repasado techo, lateral derecho y vano motor, que ya estaban limpios pero habían acumulado polvo. El polvo era lo de menos. Más polvo cogerá cuando se lije, pero sí que tenía especial interés en limpiar la grasa y tierra acumulada por muchos recovecos. Como ya comenté, sé que el chapista debería limpiarlo, pero estoy casi convencido de que hay recovecos a los que no se llega y luego se tapan con pintura... Y yo no quiero eso. Así que estuve limpiando los huecos interiores de las puertas del lado izquierdo, las zonas bajas del lateral y el maletero, las ranuras de los vierteaguas y de la goma del maletero (que acumulaban grasa y tierra).
Ahora que veía que al fin se iba a pintar el Lambor, tenía una sensación extraña de vértigo, como si ya no hubiese vuelta atrás y lo dejase en manos desconocidas para que lo dejen quién sabe cómo... Me da pánico que el trabajo de chapa y pintura no me convenza, que no sea perfecto y que descubra imperfecciones o fallos. Pero no me queda más remedio que confiar y esperar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario