Esta mañana le pedí a Javier que me echase una mano para bloquear la corona mientras yo apretaba los tornillos, pero al preguntarle si era normal lo duro que entraban, me dijo que no. Sacamos los tornillos y costó mucho trabajo, ya que el fijador de rosca actuaba de freno. Y vaya freno. Cuando sacamos los tornillos, vimos que había muchos restos de fijador e incluso algo de suciedad en las roscas.
Pero también pude comprobar que los orificios no eran ciegos, sino pasantes, por lo que estaban limpios al completo. Retiré los restos de fijador de los orificios y limpié los tornillos con el cepillo metálico.
Antes de volver a montarlos, quise comprobar la longitud. Primero medí la profundidad de los orificios con respecto a la longitud de la rosca de los tornillos. Eran casi iguales... ¿Cómo era posible? Entonces los comparé con los originales y -oh, sorpresa- los originales eran más cortos...
Así que los había comprado nuevos para nada. Tendría que montar los antiguos. Sin embargo, no había tenido en cuenta que los tornillos sujetan la corona y las dos arandelas, así que medí la profundidad con la corona y arandelas montadas. Y era mayor que la rosca del tornillo.
Por tanto, podía utilizar los nuevos. Los coloqué con la mano, sin llegar a apretarlos, aunque no sé si echarles fijador de rosca por si acaso.
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