lunes, 26 de noviembre de 2018

Moviendo el coche (al fin)

Era última hora de la mañana y yo me tenía que ir, pero no podía resistir la tentación de intentar mover el coche. Ya tenía todo lo necesario. Únicamente faltaba el acelerador (había montado el cable, pero se quedaba atascado sin volver a su posición de reposo), pero este coche se mueve simplemente en ralentí con levantar el pedal del freno. Tenía dirección, suspensión, frenos, palanca de cambios conectada... Sólo me faltaba un asiento.

Cogimos uno de los asientos y le dimos una limpieza superficial rápida, sacudiéndolo y soplándolo con aire para quitarle el polvo, nada más. Recuperé los tornillos de sujeción y lo monté con ayuda de David en el lado del piloto. No fue tan fácil como yo esperaba. Había que ir haciendo coincidir los orificios de los raíles del asiento con los de la base en el suelo del coche. Además, para montar los tornillos delanteros, el sillón debe estar desplazado hacia atrás, y para montar los tornillos traseros, hacia delante. Y el mecanismo no iba muy fino que digamos.

Con el sillón en su sitio, ya podía manejar el coche. Arranqué el motor, pero se venía abajo en ralentí. David le abrió algo la mariposa y entonces ya se quedó en ralentí acelerado. Christian se ocupó de sujetar el depósito de expansión, que estaba sobre la aleta derecha, para evitar que volcase con el movimiento. Pisé el freno y coloqué la palanca en posición D. Solté el freno de mano, me aseguré de que todo estaba bien y solté el pedal de freno.

El coche se desplazó con determinación (hay que pensar que ese ralentí era como estar acelerando el motor). Avanzó y las ruedas traseras saltaron el resalte del elevador. Entonces, pisé el pedal de freno.



Después coloqué la palanca en posición R y volví a soltar el pedal de freno. El coche retrocedió, las ruedas traseras volvieron a salvar el resalte y lo paré en la posición de origen. La prueba fue todo un éxito. Acababa de volver a mover el coche después de cinco años.



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